viernes, 13 de mayo de 2011

Experiencia descrita por André Genit

Mi visita al templo Mahikari significó una experiencia única de conocer un nuevo tipo de ideología, costumbres y creencias. Antes de llegar al templo no tenía ni la más remota idea de la ideología de estos, y menos aún cómo era el trato de los miembros de esta congregación de origen asiático. Al tener el conocimiento de que la congregación Mahikari pertenecía a una cultura oriental, tuve el presentimiento de que el trato con ellos iba a ser un poco difícil, ya que la gente de origen nipón tienden a mantener distancias y mucho respeto en sus relaciones, y mas aún, si es que iba por primera vez, me equivoqué. A continuación, contaré la experiencia que tuve en mi visita al templo.

Llegué a la cuadra 4 de la avenida Cesar Vallejo, y me encontré con mis compañeros de trabajo, decidimos entrar, y dejamos nuestro DNI en la puerta, donde el portero nos explicó que debíamos quitarnos los zapatos, ya que es una costumbre de los Mahikaris(y de muchos japoneses) no hacer uso de estos dentro del recinto. Una vez dentro del templo, procedimos a dejar nuestro zapatos en los casilleros y nos explicaron que antes de subir al piso donde se hace la imposición de manos es necesario dejar una ofrenda para la congregación. Después de dejar la ofrenda, nos dirigimos con el guía al salón de oración, donde nos separaron. Me asignaron a una señora de aproximadamente 60 años, la cuál me explicó cómo se debe saludar y hacer reverencia al Dios Su, en la alfombra roja, haciendo venias y tres palmadas, algo que nunca había hecho mas que en una que otra broma. Acto seguido, la señora que se me asignó, me puso en manos de otra señora probablemente de la misma edad, con la que me quedé hasta el final del ritual. Esta señora fue la encargada de hacerme el ritual de manos, primero nos sentamos frente a frente y me pidió que cerrara los ojos por 10 minutos, mientra ella oraba por mi alma, en ese momento tardé un poco en concentrarme y orar, cosa que al final conseguí. Se cumplieron los 10 minutos y la señora me empezó a hacer preguntas relacionadas con mi persona: qué estaba buscando, porqué estaba ahí, si era religioso, si sufría de algo, si conocía a algún miembro de la organización, etc. Después de conversar un momento y de contarme en que consistía el ritual, procedió con la purificación del alma, haciendo uso de la técnica de los puntos vitales, en varias ocasiones tocaba ciertos puntos de mi cuello, columna y de la cabeza, explicándome que tanto ella, como otros miembros que ya tienen basta experiencia saben que puntos del cuerpo tocar o en todo caso ubicar para poder hacer el ritual más efectivo. En total el ritual duró aproximadamente una hora, y al finalizar hicimos la misma reverencia del saludo, en la alfombra roja, despidiendo al Dios Su, y despidiéndonos con todos, como es costumbre dentro del templo, "Hasta luego con todos" dejando el salón de oración y encontrándome a mis compañeros al salir de esta.

Como dije anteriormente, fue una grata experiencia el haber asistido a esta congregación, ya que, antes que nada, jamás me habían hecho una imposición de manos, la cual no fue de la manera que yo pensaba, es decir, pensé en todo caso, que esta sería de una manera más ceremonial y aburrida. Todo lo contrario, me sentí a gusto, me di cuenta que los miembros que trabajan y atienden dentro de esta, desde el portero, hasta las mismas personas que hacen la imposición, son abiertos, amables y respetuosos, de la misma forma, también son muy sociables y acogedores y creen firmemente en sus creencias y en que la oración es la forma más sana y práctica de sanar el alma. Sin ánimos de exagerar, al salir del templo, sentí una tranquilidad que también se notó en mis compañeros, no sé si fue producto de la imposición o alguna sugestión mía, pero la verdad es que disfruté de esta nueva forma de percibir la oración. Otra de las cosas que me pareció curiosa y divertida, fue la forma como oran las personas, pronunciando palabras en japonés, adorando a su Dios, en tono alto y firmes en sus convicciones, algo que no suele pasar cada vez que alguien entra a la Iglesia Católica, en la cual no se acostumbra a manifestar tus oraciones o alabanzas de esa manera. De cualquier forma, por más que no pertenezca a esta congregación, y que me deba a otra forma de manifestar mi fe, siempre es bueno estar dispuesto a conocer y mejor aún, experimentar creencias o en todo caso ideologías y costumbres diferentes a las que uno está acostumbrado por nuestro entorno, ya que te permite descubrir y conocer, que tus costumbres no son las únicas existentes y uno debe estar predispuesto a recibir nuevas formas de ver las cosas.

1 comentario: